Julia Huete trabaja la abstracción utilizando diversas técnicas y medios tratando siempre de comprenderla como lenguaje. Sus piezas se definen por desarrollarse entre procesos y con unos materiales determinados que acaban influyendo en la identidad de la obra. Una de las maneras en las que más ha trabajado es con grandes tapices bordados a punto de cruz, que posteriormente comenzó a montar sobre bastidor. Estas obras forman parte de una serie de composiciones sencillas realizadas a línea continua, en las cuales se deja entrever la voluntad reciente de la artista de explorar el volumen, siendo ahora la escultura una parte fundamental, también, de su trabajo.

Miguel Marina entiende su trabajo como un proceso en el que cada pieza y cada material le llevan al siguiente, lo cual ha provocado saltos formales y discursivos que tienen como eje común analizar y pensar el paisaje y los distintos elementos que lo componen desde la pintura y el espacio en ella. El artista suele pensar a cerca del proceso que implica la unión de idea-imagen-material como nexo común en su práctica, “una suerte de narración fragmentada que evoca al hacer y a lo manual como conciencia y punto de partida a la hora de relacionarme con mi trabajo en el día a día”.

El trabajo de Luisa Pastor, en contra de la organicidad de la obra tradicional, recupera la capacidad poética y política del fragmento gracias a un cuestionamiento crítico de la fuerza denotativa del lenguaje que, a través de un complejo proceso de ensamblaje, demuestra los límites internos del juego de la representación, resultando siempre insuficiente. De esta manera, construye universos ficcionales desde el humor y la ironía, invitando a una reflexión mucho más profunda acerca de los marcos de referencia que estructuran la realidad material del mundo contemporáneo. El material principal de su trabajo son las libretas de contabilidad antiguas, cuyas hojas trabajo con precisión y meticulosidad.