La escultura tiene una relación conflictiva con el movimiento: a no ser que ejerzamos una fuerza sobre ella, no se mueve. Quizá por eso, es en el límite con éste donde un objeto adquiere su mayor potencial: en el equilibrio con la gravedad, en su límite de resistencia antes de deformarse o en la huella que registra una acción sobre él. Frente a un material, el viento del norte * representa un desafío, una fuerza fría que amenaza un cambio de forma o de posición. Ante su soplo hay dos alternativas: aumentar el anclaje al suelo que lo sostiene o dejarse llevar por él.
El escultor Alberto Odériz (Pamplona, 1983) aborda en Cierzo el tema del paisaje reconstruyéndolo con materiales y objetos encontrados en las cercanías de su taller en las faldas del Perdón (Navarra). El resultado es una instalación realizada con fragmentos del territorio que, mecidos y azotados por el viento del norte, muestran su resistencia y también su fragilidad.
*Nordés y cierzo son el nombre de un viento del norte.